En 3yMedia llevamos un tiempo orientando nuestra oferta comercial al sector del emprendizaje, más que por una oportunidad de nicho de negocio, por el convencimiento de que es la mejor forma con la que podemos colaborar a el restablecimiento de la red empresarial en nuestra región tras los destrozos de la crisis. Una red más sólida y extensa nos favorece a todos los profesionales, especialmente a los que nos dedicamos al B2B.
Esto nos lleva a trabajar para Agencias de Desarrollo Local como Bidasoa Activa o más recientemente con Uggasa y su programa Sortzen. Más allá de colaboraciones puntuales como fue nuestra participación en la feria para emprendedores KREA 2013 y su «Txoko Tendencias», para la que, por cierto, también realizamos el vídeo de resumen de las jornadas, hemos participado en diversas acciones formativas relacionadas con el marketing online para emprendedores.
Estas acciones siempre se plantean como una forma de mostrar a los emprendedores las posibilidades de las herramientas 2.0 como elementos de promoción y comunicación con sus clientes y proveedores. Entre los emprendedores que participan en estas acciones solemos encontrarnos con algunas ideas que se repiten y que desde mi punto de vista hay que tener muy en cuenta para corregirlas o como mínimo ser consciente de sus limitaciones.
Confusión entre perfiles personales y profesionales. ¿Dónde están los límites?
Una cosa es que no sepamos las normas de cada red y que desconozcamos el hecho de que por ejemplo en Facebok no se puedan crear perfiles personales con nombres de empresas (aunque deberíamos estudiar bien a fondo sus reglas si queremos jugar en su terreno) pero es inexcusable tener bien claro desde el principio para qué es cada cuenta.
Es frecuente ver perfiles personales con nombres de marca haciendo un uso muy personal de cotilleo, chascarrillo y a veces metiendo bien la pata con comentarios poco afortunados desde el punto de vista de un negocio. Si voy a usar un perfil personal como herramienta de promoción lo debo asumir, ser cauteloso y pensar que a partir de ese momento soy una marca. Así de sencillo. Y siempre con la vista puesta en el riesgo que asumo si infrinjo una norma y hay posibilidades de que me clausuren la cuenta como veremos más adelante.
Abrir cuentas que no se van a mantener.
La locura de abrirse cuentas en redes que sabemos positivamente que no vamos a poder alimentar es imparable. Hay algo en el espíritu humano que no podemos controlar y nos arrastra a pensar que estar por estar debe servir de algo.
No hagas el canelo, si no vas a tener tu negocio correctamente atendido en un medio social solo es perjudicial que lo abras porque aquellos que lleguen se llevarán una pobre impresión de tu marca. Y si llego tarde y ya lo abriste hace tiempo ciérralo y elimínalo, cada visitante que aterriza en él es un cliente perdido.
Hablar solo de las noticias que genera mi negocio
Está muy bien ser capaces de generar muchos contenidos sobre mi proyecto pero está todavía mejor saber gestionarlos para no aburrir a nuestra audiencia hablando única y exclusivamente de nosotros. Seguro que hay muchísimas cosas interesantes alrededor de tu sector que pueden ser relevantes para tus seguidores y que relajen y enriquezcan en cierto modo la conversación.
Lo contrario también es un error, cuentas que no generan contenido propio y siempre están enlazando el contenido de los demás. Si querías ser una agencia de prensa haberte montado un periódico o algo así.
El tiempo que debo dedicar a mis cuentas sociales
No hay un tiempo determinado por mucho que sea un pregunta que se repite en cada curso. Depende de la red, de sus usuarios, de tus objetivos y por supuesto del tiempo que estás dispuesto o que te puedes permitir cada día. Pero si hay algo claro es que vas a tenerle que dedicar mucho tiempo si quieres obtener resultados, la competencia es alta y la lucha encarnizada. Desde mi punto de vista hay que asumir que como mínimo un par de horas al día van a ser casi imprescindibles en todos los casos, así que vete haciéndote a la idea y quitando tiempo de otra tarea.
No respetar las normas de cada red.
Antes pasábamos de puntillas sobre el tema de no cumplir las reglas. A veces podemos pensar que merece la pena correr el riesgo de montar un concurso de Facebook sin mirar las reglas básicas o que spammear unas cuantas cuentas personales no puede acarrear demasiados problemas. Todo depende de lo que te juegues, una cuenta con la que ya has trabajado durante un tiempo, con un historial, contactos, contenido y reputación adquiridos es un valor muy importante de tu empresa. Quizás el problema sea que no solemos conocer las normas por pura vagancia y no somos conscientes del peligro que corremos.
No valorar suficientemente la importancia de la seguridad.
Sigo alucinando con la tranquilidad que tienen algunas personas con la pobre seguridad de sus cuentas: contraseñas muy débiles de 6 caracteres con el nombre de su perro, de sus hijos o la fecha de nacimiento de su esposa, compartidas con diferentes servicios y muchas veces registradas en un documento maestro que se envían por mail, donde, por cierto, también tienen una contraseña débil. No es todo, contraseñas memorizadas en navegadores residentes en portátiles que se pasan media vida en la calle o de mano en mano, inicios de sesión no cerrados convenientemente en ordenadores ajenos y equipos plagados de troyanos completan el círculo del terror de cualquier paranoico de la seguridad.
Eso si, a nadie se le ocurre dejar la puerta de su negocio con las llaves puestas por fuera, sería un fallo imperdonable claro…
Seguramente hay muchos más temas que se repiten frecuentemente, pero creo que estos son los más llamativos por sus evidentes efectos secundarios si no se gestionan correctamente y que pueden frenar el desarrollo natural de un proyecto.
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