La televisión ha sido desde siempre un eje de entretenimiento fundamental en nuestra cultura y en nuestra sociedad, pero hoy en día ha perdido parte de su importancia por una carencia determinante: su falta de interactividad en tiempo real, su unidireccionalidad.
Desde hace un tiempo los responsables de algunos programas se han dado cuenta de que su audiencia hablaba en las redes sociales de lo que veía en televisión, igual que lo hacía por las mañanas antes de entrar en clase o tomando un café. Sobre todo en Twitter.
La conclusión era evidente: cada vez es más habitual ver como algunos programas de televisión anuncian su correspondiente hashtag de Twitter para dar la posibilidad a su audiencia de interactuar con el desarrollo del programa. Si la gente ya estaba hablando de ellos, ¿porqué no aprovecharlo canalizándolo para sacarle más rendimiento y fidelizar más a la audiencia?
A partir de esto, algunos programas de éxito, especialmente los reality-shows, los programas de denuncia o el futbol se han convertido en espectáculos multipantalla que vemos con un ojo en la televisión y el otro en el móvil mientras tuiteamos un mensaje resaltando algún suceso divertido, curioso o emocionante que está sucediendo en ese mismo momento.