Disculpad la fácil referencia a esta película de los 80 (se nos notan las canas ¿eh?) pero se me ocurrió mientras disfrutaba del pasado concierto de Joaquín Sabina y Serrat (¡más canas!) en Donostia-San Sebastian hace unos días.
Al comienzo del show hacían la habitual e inutil referencia a la prohibición de tomar fotos y videos de la actuación, de una manera irónica a través de una animación locutada en off por Sabina.
Lo cierto es que después de recordar que estaba prohibido, el propio Sabina animaba a ello para dar envidia a nuestros followers a través de Twitter.
Esto que, como os digo, se hacia de una manera irónica no deja de ser una muestra más de las dos formas enfrentadas de ver la industria musical que en el caso de los más conservadores podría resumirse como: «habla de mi pero no uses mi trabajo pasivo».
Me resulta curioso que una distribuidora musical pueda pensar que una grabación realizada con un movil (o incluso con una cámara doméstica de mano) pueda hacerle daño comercialmente porque haga que alguien se ahorre la entrada de un concierto o, peor aun, no compre el DVD-Video del mismo. Si creen que es así, será que el video que venden no es tan bueno.
Pensar que una grabación doméstica va a restar ventas a una producción multicámara con sonido perfecto es de risa.
Por mi parte yo me tiré todo el concierto twitteando y subiendo fotos. Y es que a Sabina hay que hacerle caso.
Y creo que esos videos y fotos que grabó tantísima gente (se veían muchos brillos de la pantalla del móvil entre el público) solo pueden hacerle bien a la gira. Se trata de una publicidad gratuita para que la gente pague los 50€ de la entrada más todo el merchandising que se vende dentro después
.
Si tu producto es bueno ( y en este caso no hay duda de que lo es) ¿qué hay de malo en que se hable de él?